Liberación de dopamina. ¡Que viva la música!

por J.J. Hoyos | Enero 2011 Es de noche y estamos en casa oyendo la Novena Sinfonía de Beethoven. Suena el Cuarto Movimiento. Nos sentimos felices con los compases que anuncian el clímax glorioso. Después de un silencio inesperado, la orquesta y el coro se unen para ejecutar todos a una, el Himno a la Alegría. Hay una explosión: las voces inundan la casa, los tambores retumban en las paredes, las cuerdas de los violines rasgadas por los arcos hacen latir más rápido nuestros corazones. Después de haber navegado por mares sombríos, abandonados a la melancolía o sacudidos por el terror, nos hallamos sumergidos en una ola repentina de paz y alegría. La noche se vuelve una apoteosis de luz.
Puede sucedernos lo mismo cuando escuchamos un concierto de Mozart, una cantata de Bach, una sinfonía de Mahler, una balada de los Beatles, una canción de Sting. El gusto musical es tan diverso como la naturaleza y tan personal como el ADN. Lo cierto es que algo sucede muy adentro de nosotros: la música altera nuestro estado de ánimo, nos provoca alegría o tristeza, paz o desasosiego. Pero, ¿puede cambiar la química de nuestro cerebro como lo hacen las drogas, la comida, el amor o el sexo? Y si esto es verdad, ¿cómo lo hace?La respuesta ha asombrado a los neurólogos y a los músicos: cuando la música suena, la Dopamina empieza a fluir de un modo distinto en nuestros cerebros. Así lo prueba una investigación dirigida por Robert Zatorre y Valorie Salimpoor, realizada en el Instituto Neurológico de Montreal, de la Universidad McGill, en Canadá. Sus resultados fueron publicados hace pocos días en la revista Nature Neuroscience. La Dopamina es la sustancia que provoca la alegría en el sexo, la emoción cuando se aspira cocaína y la sensación de calor en una mujer cuando amamanta a su hijo. Y ahora, tras las conclusiones de la investigación canadiense resulta que también está relacionada con el humor y el bienestar. Su papel principal es transmitir señales de una neurona a otra a través de los circuitos del cerebro. Para el estudio, los investigadores escogieron ocho voluntarios que se sentían particularmente emocionados escuchando algunas piezas favoritas, desde música clásica y jazz, hasta música de gaitas, punk e incluso tangos. Las obras preferidas fueron el "Adagio para cuerdas" de Barber, el Segundo Movimiento de la "Novena Sinfonía" de Beethoven y el "Claro de Luna" de Debussy. La música seleccionada fue instrumental, con el fin de evitar que las emociones vinculadas a las palabras pudieran afectar los resultados.Los neurólogos usaron varios tipos de escaneos y midieron la frecuencia cardiaca, la frecuencia respiratoria, la conductividad eléctrica de la piel, la amplitud del volumen sanguíneo, la oxigenación de la sangre, el pulso y la temperatura de los voluntarios mientras escuchaban su música preferida. Al mismo tiempo escaneaban con sensores la actividad eléctrica en ciertas zonas del cerebro. Casi todos los voluntarios describieron los momentos más intensos de su experiencia como algo parecido a un escalofrío. Este fenómeno es una respuesta del sistema nervioso que muestra cómo el cerebro maneja la anticipación y la llegada de una emoción. Para asombro de los investigadores, la Dopamina empezó a fluir en una parte del cuerpo estriado durante los 15 segundos previos a un momento emocionante de la pieza musical. 
La idea de que hay algún tipo de reacción bioquímica en el cerebro cuando se oye música se remonta a la obra del musicólogo Leonard B. Meyer en la década de 1950, pero no se conocía hasta hoy el mecanismo bioquímico. La investigación realizada en el Instituto Neurológico de Montreal muestra que si la música logra inducir estados emocionales que pueden conducir a la liberación de Dopamina, se puede comprender por qué ha sido tan valorada por todas las culturas humanas a través de los tiempos y por qué es utilizada para manipular los estados hedónicos en los rituales, la publicidad o en artes como el cine y el teatro.La Dopamina es fundamental para establecer y mantener un comportamiento. También, para provocar estímulos gratificantes y reforzadores biológicos necesarios para la supervivencia. Sin embargo, esta investigación prueba que los seres humanos tienen la capacidad de obtener un placer comparable al experimentado con los estímulos biológicos más básicos, con estímulos abstractos, tales como la música y el arte, que no son directamente esenciales para la supervivencia. ¿Qué tiene la música? ¿Por qué nos hunde en el ensueño y después nos arrebata? Tal vez nunca averigüemos su misterio. Sin embargo, ya sabemos lo que puede hacer con nosotros: cambiar la química de nuestro cerebro como lo hacen las drogas, la comida, el amor o el sexo. La música no solo favorece aspectos de la salud, sino también a la capacidad de atención, la imaginación, la creatividad, la memoria y el aprendizaje. En otras palabras, gobernar nuestras emociones más profundas. Así que en tus ratos libres considera a la música como una opción para relajarte. ¡Que viva la música!






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2 comentarios:

Anónimo dijo...

No hace mucho leí sobre un estudio donde a través de la música provocaban en las personas los mismo efectos que las drogas, cocaína, alcohol, anfetaminas...
de que hablas en increíble, pero es cierto, si no a que viene que haya canciones que nos trasmitan buen rollo?
que viva la música!
:*

Nery Hdez. dijo...

La verdad que inspiran. Cuando estoy bloqueada y necesito escribir pero no se como empezar, simplemente pongo el Presto de Verano de Vivaldi.

Es glorioso.

Un saludo desde http://olor-a-barniz.blogspot.com/